Aquí
estoy, muchos meses después de mi última visita, con una bola de
fuego por estómago y miles de tentáculos con forma de idea en mi
mente.
Supongo
que me he tomado este pequeño rincón virtual como un lugar
escondido y propio, donde prácticamente nadie pone el pie, en el que
yo puedo puedo aparecer cuando quiera y gozar de cierta
"intimidad" y a la par desbarrar "públicamente".
Dejar escapar a mis demonios, liberarlos al fin y contener en la
medida de lo posible este nudo de emociones que me conforma. Quizá
por ello sigo viniendo. Además, alguien tenía que hacerlo ¿Qué
sentido tendría su existencia si no?
Necesito
encontrar algún sentido a lo que ocurre. Cómo discurre el tiempo y
con qué fin.
Creo
haber leído en algún sitio que uno solo nunca podrá cambiar el
mundo puesto que, en su mano, solo está el cambiar pequeñas cosas y
que esos cambios seguramente no servirán para nada; pero que debemos
hacer esas pequeñas cosas porque si no las hace uno mismo, nadie más
las hará. A veces me viene a la mente esta reflexión, sobre todo
cuando me encuentro realizando tareas estúpidas o meramente
casuales:
¿Gastar
2€ más en papel higiénico ecológico?- Bueno, quizás aportando
este granito de arena...- ¿Rebuscar en mis bolsillos para darle
50cts al violinista que toca en la calle en pleno invierno?-Quizá le
sirva de algo-¿Recoger un papel por la calle y tirarlo a la
basura?-¡Tirarlo a la basura no cuesta nada!- Estos son solo algunos
ejemplos de cosas que me pasan por la mente.
Hace
varios años me ocurrió una cosa que viene a colación con todo
esto: un pequeño pájaro aterrizó herido en el alfeizar de la
ventana, mi madre lo recogió, pero estaba bastante mal y acabó
muriendo. El día que murió yo estaba frente a él, y lo contemplé
mientras ocurría. Una amiga, que se encontraba también allí, me
dijo:
-¡No
lo mires! Si te pones triste es cosa tuya ¿por qué lo miras?
-Porque
nadie debería morir solo.
Eso
fue lo que dije, y así me siento aún hoy, cuando la imagen de aquel
pobre pajarillo, retorciéndose en los últimos estertores de una vida
aérea, me asalta: decidida a que la vida tenga sentido y no sea un
mero tránsito. Que la vida valga algo y consista en algo más que
trabajar para no morirse de hambre.
Lo
más probable es que el amazonas no note que en mi casa nos limpiamos
las vergüenzas con papel ecológico; seguramente el violinista
considere que su música vale mucho más que 50cts; habrá 1
millón de personas que tiren un papel por cada uno que yo recoja (¡o
más!) y es ,más que posible, que aquel pájaro no notara que yo
estaba allí y que otro ser vivo sintió su muerte, pero todas esas
cosas las hice igual. Y sentí que contribuía a que la vida valiera
algo.
Me
gusta pensar en este tipo de pequeñas cosas de forma cinematográfica
y, sin duda, algo infantil. Fantaseo con que mucha gente se pregunta
las mismas cosas que yo al hacer la compra y un bosque respira
tranquilo una noche más; pienso que en esos días fríos de invierno
mucha gente tiene 50cts y ese violinista callejero no pierde la
esperanza; y tiendo a pensar que cada vez que alguien o algo muere,
alguien o algo se resiente.
Porque
si no es así... si no es así, este mundo no merece la pena.